Maroma, A Belmond Hotel, en la exuberante selva tropical de la Riviera Maya, y Casa de Sierra Nevada, A Belmond Hotel, en la mágica ciudad de San Miguel de Allende, rinden homenaje a una de las tradiciones más profundas y simbólicas de México: el Día de Muertos. Ambos hoteles, conocidos por su autenticidad y conexión con las raíces culturales mexicanas, promueven entre sus huéspedes a participar en celebraciones inolvidables donde los sabores tradicionales y las festividades mexicanas convergen en una experiencia única.
Festive Program: Una inmersión en la tradición mexicana
El Festive Program en Maroma y Casa de Sierra Nevada ha sido cuidadosamente diseñado para ofrecer una celebración auténtica y envolvente del Día de Muertos, permitiendo a los huéspedes conectar con el significado profundo de esta festividad. Desde altares coloridos y detallados, hasta banquetes con platillos tradicionales como mole, tamales y pan de muerto, cada propiedad brinda una experiencia inolvidable.
Las actividades planeadas no solo celebran a los seres queridos que ya no están, sino que también permiten a los huéspedes explorar el equilibrio entre la vida y la muerte, una dualidad que define el Día de Muertos. Con un enfoque en la tradición, cada evento invita a los huéspedes a reflexionar sobre la vida y a abrazar la memoria de los difuntos con alegría y respeto.
Maroma, A Belmond Hotel: Un altar entre la selva y el mar
El 2 de noviembre, Maroma invita a sus huéspedes a una celebración única de Día de Muertos en su restaurante Las Ranas, donde se develará un vibrante altar en honor a los seres queridos que han partido. Los asistentes podrán participar en un festival de tapetes murales con semillas y disfrutar de una cena al estilo kermés con platillos tradicionales, música de DJ y presentaciones en vivo. Este evento captura el espíritu de la festividad: recordar y celebrar la vida con alegría y reverencia.
Casa de Sierra Nevada, A Belmond Hotel: Festividades en el corazón de San Miguel de Allende
En la encantadora ciudad colonial de San Miguel de Allende, Casa de Sierra Nevada, A Belmond Hotel, se encuentra en seis mansiones históricas que datan del siglo XVI al XVIII, ofreciendo una fusión única de historia y modernidad.
The Feast – 1 de noviembre, Andanza & Blue Bar
La noche del 1 de noviembre, el hotel recibe a sus huéspedes en un ambiente rodeado de luz de velas y flores de cempasúchil para una cena festiva en Andanza. Con música vibrante y un menú que celebra los sabores mexicanos, esta noche es un homenaje íntimo a los seres queridos que han partido.
The Party – 2 de noviembre, Tunki Rooftop by Handshake
El 2 de noviembre, la celebración continúa en el Tunki Rooftop, donde la modernidad se encuentra con la tradición. Cócteles especialmente preparados y bocados acompañarán una noche de DJ en vivo, todo bajo el cielo rojizo de San Miguel.
The Brunch – 3 de noviembre, Tunki Rooftop by Handshake
Para culminar el fin de semana de festividades, los asistentes están invitados a un brunch en el icónico Tunki Rooftop, donde podrán disfrutar de antojitos mexicanos con una vista espectacular de la ciudad.
El significado del altar de Día de Muertos
El altar de Día de Muertos, un elemento central en ambas propiedades, representa un puente simbólico entre los vivos y los muertos, permitiendo la conexión con los seres queridos que han partido. Los altares están compuestos por varios niveles, que pueden variar entre tres y siete, simbolizando el viaje que las almas deben recorrer hasta llegar al Mictlán, el reino de la vida eterna. Los elementos que adornan el altar, como el retrato del ser querido, el papel picado, las flores de cempasúchil y las velas, se colocan cuidadosamente para crear un espacio sagrado donde se honra y celebra la vida.
Las flores de cempasúchil, cuyo color amarillo evoca el sol, marcan el camino para que las almas regresen, mientras que las velas iluminan su recorrido. La comida, incluyendo platillos emblemáticos como pozole y tamales, se coloca como ofrenda para nutrir a los espíritus en su largo viaje de regreso. Este ritual no es solo una forma de recordar a los antepasados, sino también de celebrar la vida misma y el ciclo continuo de la existencia.