En el universo del lujo automotriz, pocas palabras evocan tanto deseo como Testarossa. Desde su llegada en los años ochenta se convirtió en un ícono cultural, símbolo de estatus y velocidad. Ferrari revive la leyenda con el lanzamiento del 849 Testarossa, un superdeportivo híbrido enchufable que reescribe lo que significa conducir en la cúspide del rendimiento. Y lo hace no solo en su versión coupé cerrado, sino también en el Spider, que abre la experiencia a los cielos, y en la radical variante Assetto Fiorano, diseñada para quienes desean vivir la ingeniería de Maranello en su expresión más extrema.
El 849 Testarossa conjuga la tradición mecánica del Cavallino Rampante con la última innovación. Su corazón es un motor V8 biturbo de 830 caballos, al que se suman tres motores eléctricos para entregar un total de 1050 CV. Estas cifras lo ponen en la cima de la gama Ferrari, superando al SF90 Stradale en potencia y eficiencia.
Más allá de los números, Ferrari propone una nueva manera de vivir la conducción. En el modo eDrive, el vehículo puede recorrer hasta 25 kilómetros en silencio absoluto, impulsado únicamente por la electricidad. Pero al pulsar el icónico botón de arranque y liberar la potencia combinada, el rugido del V8, afinado cuidadosamente para conservar la esencia sonora de Maranello, recuerda que estamos a bordo de un Ferrari en estado puro.
El 849 Testarossa no es solo una máquina de velocidad; es una pieza de diseño que rinde homenaje a los clásicos. Su silueta recuerda prototipos deportivos de los años setenta, con una zaga que reinterpreta la doble cola del legendario 512 S. El interior, minimalista y ergonómico, combina la inspiración aeronáutica con materiales nobles y soluciones digitales de última generación.
Ferrari no olvidó el factor lifestyle: el habitáculo está diseñado para envolver al conductor, pero también para transmitir refinamiento y confort. Desde el volante rediseñado con mandos mecánicos hasta la conectividad avanzada, cada detalle equilibra emoción y funcionalidad.
EL SPIDER: EMOCIÓN A CIELO ABIERTO
Si el coupé es una escultura en movimiento, 849 Testarossa Spider representa la experiencia sensorial en su máxima expresión. Con el techo abierto, cada aceleración es un espectáculo de sonido y viento, llevando al límite la conexión emocional entre el conductor y la carretera.
Este modelo comparte la arquitectura híbrida y las prestaciones de vértigo de la versión cerrada, pero añade un componente hedonista imposible de replicar: la libertad de conducir a cielo abierto, escuchando la sinfonía del V8 turbo. Es un auto pensado para quienes no solo buscan llegar más rápido, sino disfrutar cada kilómetro como un ritual de lujo.
ASSETTO FIORANO: FERRARI SIN CONCESIONES
Para quienes creen que un Ferrari nunca es demasiado extremo, la casa de Maranello ofrece el Assetto Fiorano, un paquete opcional que transforma al 849 Testarossa en una bestia de pista homologada para la calle.
Con 30 kg menos de peso, los asientos ultraligeros de fibra de carbono, las suspensiones rígidas y los neumáticos Michelin Pilot Sport Cup2 convierten cada curva en un ejercicio de precisión quirúrgica. A nivel aerodinámico, el splitter frontal y las alas gemelas traseras triplican la carga vertical con respecto al modelo estándar, garantizando un comportamiento al límite digno de un prototipo de competición.
Incluso su estética rinde tributo a la exclusividad: las libreas en Bianco Cervino o Rosso Corsa con efecto degradado reinterpretan las clásicas franjas de carreras con un toque contemporáneo.
MÁS QUE UN SUPERDEPORTIVO: UN ESTILO DE VIDA
El 849 Testarossa es mucho más que cifras de aceleración, aunque pasar de 0 a 100 km/h en menos de 2.3 segundos es un dato difícil de ignorar. Representa un modo de entender el lujo contemporáneo: la unión entre tradición, sostenibilidad, innovación y diseño.
Su llegada marca un hito en la historia de Ferrari, no solo por traer de vuelta un nombre mítico, sino por redefinirlo bajo los estándares del siglo XXI. Con versiones para todos los perfiles, desde la elegancia cerrada del coupé hasta el hedonismo del Spider y la radicalidad del Assetto Fiorano, el 849 Testarossa es un testimonio de que el futuro del lujo automotriz no renuncia al placer ni a la emoción.
En definitiva, este Ferrari no es un auto más: es una declaración de intenciones, un manifiesto en movimiento que confirma que la leyenda del Testarossa no solo sigue viva, sino que ahora corre más fuerte que nunca hacia el mañana.
Por: Víctor Uribe Rojas












